sábado, 4 de junio de 2011

Los corazones nunca se duermen. Los corazones despiertan.

Es verdad. Los corazones nunca se duermen. Los corazones más que dormir, despiertan. Aunque al caso, para mi, viene a ser lo mismo. Yo sigo viviendo en un letargo que sigue prolongándose y no me doy cuenta o, mejor cuidemos las palabras, no me quiero dar cuenta de lo que hay. Sinceramente no es una cuestión que me preocupe en exceso. Quiero decir que no me importa seguir pensando que detrás de lo que todos ven feo, yo sigo viendo algunas cosas bonitas. Y eso no quita que haya cosas que no me gusten. Creo que ese es el problema. Darle más valor al pasado que al presente. Autoconformarse. ¿Debería?. Lo mejor es que no sé qué es lo que debería y lo que no debería hacer. ¿Cambiar el rumbo y la silla de lugar?. Nunca. Es mejor proyectarse hacia delante que tergiversar un camino que crees correcto. En cuanto a la silla, considero que nadie reemplaza a nadie. Que todos tenemos o tuvimos un puesto. Y que ese lugar, inevitablemente, no vuelve a ser de nadie más. Pese a que cada vez las voces suenen más huecas por el vacío que hay dentro.

1 comentario:

  1. Los corazones nunca se duermen; ni se despiertan. Simplemente están vivos.

    ResponderEliminar