viernes, 10 de junio de 2011

Cuando ya no recuerdas lo que eras porque lo has perdido por el camino...

Vamos a descansar. Me encanta la luz nueva de la lámpara de mi salón. Su intensidad es regulable y le da, por fin a estas cuatro paredes, otro aspecto. Uno más tranquilo. Un poquito más acogedor. Acabo de poner esa canción de Marlango que se titula "La BSO de las Malas Temporadas" y acaba de venirme aquella frase que decía "No es buen tiempo para los soñadores" que tanto me gustaba.

La verdad que no hemos tenido tiempo para nada. Poco a poco he olvidado cuál era la sensación que producía dormir ocho horas diarias seguidas. Y quien era yo hace un tiempo. A que dedicaba el tiempo libre y que cosas eran las que me hacían feliz los días extraordinariamente normales. Echo de menos no saber organizarme, perder el tiempo y ver la tele por las noches. También leer. Y también escribir. Sigo cuestionándome muchas cosas y, aún así, ni siquiera sé porqué sigo andando en lugar de retroceder y pararme un poco a pensar. Tal vez porque cada vez que yo decido hacerlo, todo, incluido el destino y la suerte, empiezan a decidir por mi. Y sé que no debería guiarme por estúpidas intuiciones que normalmente no llegan a ninguna parte pero, tengo la ligera y leve sensación de que no lo estoy haciendo tan mal. Y de que, al menos, las cosas que consigo no se las debo a nadie. Es verdad. Creo que eso es lo que verdaderamente he ido aprendiendo desde que estoy aquí; A tomar decisiones y a tener que asumir los desenlaces de cada una de ellas. Solamente yo. Sin nadie.

Lo más curioso es que hace un año no quería absolutamente nada. Estaba cansada de que decidieran por mi y de que nunca se tuviera en cuenta nada de lo que yo decía o pensaba. Que todo estuviera extraordinariamente cubierto con una capa protectora para no hacerme daño. Y sin embargo, hoy, paradójicamente, echo de menos que alguien me empuje y se interese por mi y por lo que hago. Que me de un masaje por llevar casi 24 horas sentada en una silla. O porque llevo varios días sin dormir. No sé. Ni un "lo estás haciendo bien". Es triste, ¿no? Es triste que, al haberme quedado con lo que nadie esperaba, ahora a nadie le interese ninguna de las cosas que yo le cuento con algo de brillo en los ojos...

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