jueves, 31 de marzo de 2011

Feliz cumpleaños

También hay días que no sabes si olvidar o recordar para siempre. Son como una duda que siempre se te queda pendiente. Como las ideas cogidas con pinzas. Como tu desastrosa primera poesía. Como los dibujos de cuando eras pequeña... Hay días que comprimen un recuerdo. Otros días que, al recordar con amigos, lo agrandan y lo rellenan. Pero en cambio hay otros días en los que tú decides si agrandar, comprimir o borrar. Y llegan, y todavía, no sabes qué hacer con ellos...

Hace tiempo, cuando pensaba en cosas así, creía que el tiempo pasaría tan rápido que, sin llegar a darme cuenta, dejarían de importarme. A día de hoy, me entristece tener que pensar que deben dejar de hacerlo. No sé. Ojalá llegara a entenderlo de verdad. Tengo tantas ideas cogidas con pinzas que no sé si es mejor intentar responderlas o dejar que el aire las desenganche luego... No sé si alguien está ahí, leyendo lo que escribo, burlándose de mi, emocionándose con esto. Me da igual. Los que juran estar siempre luego nunca están. Mucho menos los que prometen que nada ni nadie cambiará lo que se puede cambiar. Es mejor no creer en el futuro. Pero bueno, de todos modos, sé que hubo alguien. Alguien que sabía lo que me hacía feliz. Porque creer que algo es estable en esta vida siempre me ha hecho feliz. Aunque sé que en los tiempos que corren, ya nadie valora estas cosas. Todos guardamos rencor a alguien. Como si así nuestro dolor se calmara. Como si así las cosas, interiormente, nos fueran mejor. Bah. No sé. Hubo alguien y ya está. Nadie no me invita a escribir de madrugada.

Aprendí un día que hay personas que llegan tan rápido a tu vida que se van de la misma forma, otras, que por casualidad aparecen y se quedan, casualmente, para siempre. Otras que a pesar de todas las temporadas y lejanías, acaban estando cerca de ti. Y otras que un día llegaron, se quedaron, compartieron contigo, compartiste con ellos, reíste, lloraste, viviste... y se fueron. Y da igual que no lo entiendas. Las cosas son así. Parece que las personas más inolvidables son las que dejan una huella más inexplicable en tu corazón...

lunes, 21 de marzo de 2011

Madrid

Imaginemos que todo cae al mar para ahogarse. Imaginemos que las decisiones dejan de ser decisiones y se vuelven a convertir en una opción. Imaginemos que, por algún casual, puedes retroceder o que por suerte, tu vida la escribes a lápiz y puedes borrar.

Si todo eso fuera posible... ahora estaría en Madrid leyendo el periódico. Sabría coger el metro. Habría asistido a los mejores conciertos en acústico y echaría de menos la playa, el mar, el aire y Andalucía.

Escribiría más. Soñaría más. Hablaría con el dulce brillo que tienen los ojos cuando el corazón parece estar emocionado. Llámame idiota, dime que ya me avisaste, ríete de mi y búrlate. Con el tiempo aprendes que debes ser tú la equivocada y que es mejor no buscar culpables. De todas formas, no lo considero un fracaso. Me gusta lo que hago. Lo que estudio. Y no me ha ido nada mal. Pero... no sé si me entiendes, si entiendes como me siento, si te cuesta o no, si es complicado arrancarme la piel y ponértela como quien se pone un abrigo, no sé, ser una persona a medias. Alguien que no es capaz de imaginarse la vida sin leer algo bonito que la emocione todos los días. Alguien que conoce sus debilidades y que siempre ha intentado ocultarlas por miedo a caer. No sé. No me arrepiento de haber sido tan idiota. Al fin y al cabo, si no hubiera hecho lo que he hecho no hubiera llegado hasta aquí. Y... quién sabe, aún queda mucho camino por andar, muchas luchas, muchos días sin dormir, y tal vez, algún que otro cambio de 360º.

sábado, 12 de marzo de 2011

Días que no te esperas.

Otro sorbo más de esa Coca Cola con hielo. Y si cabe, dame otra noche como ésta. Sin nada. Aparentemente. Con amigos que hace mucho tiempo que no ves y con los que ves todos los días. Dame una carcajada así de nuevo. Hacía tiempo que no me quedaba sin aire.

Salir de casa con la sensación de que las cosas no saldrán como tú esperas y llegar radiando de alegría. Seguridad. Simplemente es eso. Seguridad en mi misma y en los que me rodean. Seguridad a la hora de escribir. A la hora de hablar. A la hora de actuar. A la hora de saber vivir. Y lo más importante, seguridad a la hora de elegir.

Y mientras tanto, se oyen murmullos irrelevantes que te llenan, tristemente para ellos, solo los oídos de cera. Murmullos que se quiebran. Que no son capaces de elevarse. Al igual que las miradas. Bajas. ¿Dónde está la transparencia de la que presumen los "sinceros"? Ojalá algún día la encuentren de verdad. Es una lástima que, tal vez, cuando se den en las narices con el calendario, no tengan ningunos ojos delante para verse y reflejarse. O tal vez sí, pero a millas de aquí.

jueves, 10 de marzo de 2011

Algo tan pequeño que lleva consigo más de 3/4 partes de mi corazón.

Hoy es una de esas veces en las que te levantas por la mañana y sabes que tienes una razón para pensar que vivir, vale la pena. Porque aunque han pasado ya dos largos años, aún recuerdo esa sensación de precupación que recorría todo mi cuerpo un 10 de marzo de 2009. Fueron horas esperando una llamada. Una noticia nueva. Un adelanto. Hasta que por fín, en la noche más que en el día, entre esa dulce brisa del mes de marzo, llegó ella. Y también sus pequeños ojos que ni se abrían. Sus manos que agarraban con fuerza mi dedo y esa leve sonrisa y simpatía que se esparcía por toda la habitación y nos regalaba desde el principio.

He visto como escupía potitos y pedía a lágrima viva una aceituna más. Y también como se agarraba a la columna con una mano y bajaba un escalón con mucho cuidado. He tenido la suerte de jugar con ella al escondite y de ver lo contenta  que se ponía con tan sólo abrirle un grifo por el que corriera agua. El haber podido verla empezar a caminar y correr, comer los odiados garbanzos de la abuela, subir y bajar escaleras, bañarse en una piscina y verla con unas sandalias de plástico chapoteando, sentada en el primer escalón. Bailar, cantar canciones, hablar y actuar como alguien que ya sabe lo que hace, y lo que come, y lo que canta, y lo que escucha y lo que habla... Juro que soy yo la que me siento frágil y torpe utilizando palabras para describirla. Debilidad. Por primera vez en mi vida.

Sencillamente, vamos a decir que... a mi también me ha llenado el corazón con su risa y sus historias de guardería. Me ha hecho que la quiera más que a todo en este mundo. Me ha hecho soñar. Soñar con su vida. Soñar con el cómo será. Soñar con ser una pieza que no pudiera faltar en su rompecabezas. Ser importante para ella. Ayudarla. Enseñarle lo que a mi me enseñaron. Quererla como a mi me quisieron y me arroparon. Y por nada del mundo, dejarla sola. Porque hoy, es uno de esos días en los que, sientes que tienes una razón para seguir viviendo:

 La razón de verla crecer alimentándote de sus historias y de su vida que, a pesar de ser muy corta todavía, siento que vale más que todo lo que tiene y no tiene precio en este mundo. 

Felicidades Yolandita

lunes, 7 de marzo de 2011

Aire y canciones que van a triturar algunos recuerdos.

Está nublado, pero de vez en cuando un rayito de sol, que entra por ese pequeño resquicio abierto de la ventana, intenta ponerme las mejillas rojas. No le regaño. Estoy escuchando una de esas canciones que siempre me invitan a escribir algo más alegre. Estoy cansada de escribir sobre cosas que ya no me importan y que no merecen ni una línea en mis tontas historias. Hace tiempo escuché que, para ser completamente feliz, había que conseguir olvidar el pasado que nos estaba dañando. Que nos estaba impidiendo caminar con la mente despejada, con los ojos abiertos y con las ganas del que siempre quiere descubrir algo nuevo a medida que camina y avanza.

Y por eso, escuchando a los grandes, con esa brisa que ha terminado resfriándome, hoy intuyo que si quiero ser feliz, tan sólo debo abrir la ventana, ponerme una canción de estas que te meten un codazo y entre líneas te dicen "Venga, escribe algo, que hoy es el día perfecto" y olvidar todo aquello que no merece la pena recordar. Porque aunque fuese bonito, aunque lo consideraras valioso, piensas que ya no lo es y que tan sólo ocupa un lugar que podrías rellenar con cosas, no sé si más grandes o pequeñas, pero sí más importantes y verdaderas.

sábado, 5 de marzo de 2011

Los errores que una comete cuando cree que todo sale bien.

Vive en las nubes. Pero siempre tiene unas palabras para joderte. Parece tonta, pero no se chupa el dedo. Bajo esa sonrisa idiota, se esconde una persona malvada. Llena de odio, de rencor y de rabia. Ambiciosa. Pretende que todo le salga como espera. Pretende que todos hagan lo que espera. A veces parece coherente. Su forma de hablar engatusa. Intenta ser dulce y por eso canta. El problema es que las comparaciones son odiosas. No suele retar a nadie porque sabe que siempre acaba perdiendo. Dice que llora, que siente y que le duele, pero yo pienso que detrás de ella nunca hay nada. Solo una persona hueca que piensa en sí misma. Que nunca tiene tiempo para pensar en nadie más. Salva su culo sin llenarse de mierda. O eso me han contado, que no da la cara cuando tiene que darla. Que todo lo llena de mentiras o medias verdades. Aunque le duela el estómago cuando se lo dicen, es una egoísta porque casi todo lo que dice siempre se queda en palabras. Parece que ella nunca tiene que justificarse ni demostrar nada. Todo le cae del cielo. Porque ella ha venido aquí para dejar una huella en los corazones a la que yo le otorgaría otra palabra un poco más peyorativa: mancha.

Ella siempre anda diferente. Tampoco es que sepa combinar muy bien. Le hace falta otro color de pelo y otra clase de educación. Ella siempre puede insultar, pero es mejor que a nadie se le ocurra insultarla. Es una puta manipuladora. Porque sabe como llevar las cosas a su terreno. Como hacer sentir culpable a la gente. Ella no escucha, mucho menos oye, mucho menos cree, mucho menos confía. Mira a través de los resquicios más pequeños. Se fija en todo. Incluso en lo que es mejor no mirar. Las mata callando. Pero hoy nosotros nos hemos dado cuenta. Yo ya le digo que sí por decir. Yo sé como comportarme a su lado. Yo sé lo que tengo que hacer. Qué gilipollas me parece que escriba textos de amor... Como si eso la hiciera más buena. Como si con eso ganara la partida. Qué triste la vida de la que no tiene vida, ¿no?

Esa soy yo, parece. Y a lo mejor tenían razón.

"Vive en las nubes, pero seguirá viviendo siempre. Soñando siempre. Cantando siempre. Y haciéndolo todo como siempre ha pensado que debería hacerlo. No guiándose por nada, ni por nadie. Escuchando siempre a un único cacharro, su corazón. Siendo crítica con todos los actos. Incluso con los que no le incumben. Creyendo que después de todo lo malo, siempre puede ocurrir algo mejor. Siendo aún más fría que ayer. Pero guardando el calor de las pequeñas cosas para no helarse. Con sus cosas. Siempre en la cabeza. Cantando y olvidando. Para adelante, siempre. Porque últimamente le está cogiendo el gustillo a la palabra olvidar"