lunes, 21 de marzo de 2011

Madrid

Imaginemos que todo cae al mar para ahogarse. Imaginemos que las decisiones dejan de ser decisiones y se vuelven a convertir en una opción. Imaginemos que, por algún casual, puedes retroceder o que por suerte, tu vida la escribes a lápiz y puedes borrar.

Si todo eso fuera posible... ahora estaría en Madrid leyendo el periódico. Sabría coger el metro. Habría asistido a los mejores conciertos en acústico y echaría de menos la playa, el mar, el aire y Andalucía.

Escribiría más. Soñaría más. Hablaría con el dulce brillo que tienen los ojos cuando el corazón parece estar emocionado. Llámame idiota, dime que ya me avisaste, ríete de mi y búrlate. Con el tiempo aprendes que debes ser tú la equivocada y que es mejor no buscar culpables. De todas formas, no lo considero un fracaso. Me gusta lo que hago. Lo que estudio. Y no me ha ido nada mal. Pero... no sé si me entiendes, si entiendes como me siento, si te cuesta o no, si es complicado arrancarme la piel y ponértela como quien se pone un abrigo, no sé, ser una persona a medias. Alguien que no es capaz de imaginarse la vida sin leer algo bonito que la emocione todos los días. Alguien que conoce sus debilidades y que siempre ha intentado ocultarlas por miedo a caer. No sé. No me arrepiento de haber sido tan idiota. Al fin y al cabo, si no hubiera hecho lo que he hecho no hubiera llegado hasta aquí. Y... quién sabe, aún queda mucho camino por andar, muchas luchas, muchos días sin dormir, y tal vez, algún que otro cambio de 360º.

1 comentario:

  1. Te iba a decir que pareces bastante satisfecha, pero esa no es la palabra, es mucho mejor decirte que pareces estar agusto, y eso mola, mola mucho (y utilizo mola, porque a veces la retórica no sirve para nada).

    Te doy las gracias por ese comentario, me encanta que te haya salido del alma, o por lo menos que lo parezca.

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