Con el paso del tiempo, en el final de los finales de las cosas, de las historias y de la vida, lo único que perdura son los recuerdos. El aroma inconfundible que dejan cuando parece que ya se han ido y que no piensan volver...
De pequeña siempre quise tener un telescopio para comprender de qué forma se gobernaban allí arriba, pero... lo cierto es que nunca me lo compraron, no he visto a través de un telescopio en la vida aunque, pese a todo, sigo imaginando esa otra vida que no me parece tan lejana ni tan incierta. Pero, después de un tiempo, cuando he visto aparecer tantas veces a la Luna, siempre en la capa más alta del cielo, en la parte más inalcanzable de mi, encima de un mundo entero, tan pequeña, pero a la vez tan cabezona. Tan joven, pero tan responsable. Tan inamovible, tan puntual, tan diaria y tan segura... Me he dado cuenta de que los humanos, no somos sino una copia torcida, errónea y enrevesada de todo ese mundo de los astros y el infinito del que tan poco sabemos a pesar de todo...
En este momento, siento que debo denigrarme. No debería estar aquí. Ni haber cogido el blogger. Ni haber escrito esto tan incoherente.
Debería estar en otro lugar. Dejando de sentirme pequeñita. Empezando a ser otra cosa: La Luna. Aprendiendo a brillar, a ser fuerte y a ser tan segura como ella...
Soñar es gratis...
Soñar es gratis...