lunes, 30 de mayo de 2011

La historia que nunca terminaría de escribir. La historia de los puntos suspensivos.

Sigiloso ruido el de aquel motor. Las seis. En punto. No le gusta llegar tarde. Abrir la puerta y escuchar esa música que no me gusta. Cinturón. Mirar siempre a la izquierda y ver que él tiene las dos manos agarradas al volante. Como si se le fuera a escapar... -Pienso siempre-. Las seis. Y ningún plan fijo. Pese a que a él no le guste improvisar. Acelera. Y el viento me empapa la cara de frescura. Parece que le da igual a dónde vayamos. "Si tú dices venga, yo digo vale". Ideas que se quedan atrás de nosotros. Empuje que nos lleva hacia delante. Hagámosle otro par de kilómetros al coche. Ruido provocado por la fuerza de rozamiento. Contar una historia de última hora y ver como se ve sonreír por el espejo retrovisor. Estoy escuchándole tararear una de esas canciones que no me gustan. Le he dicho millones de veces que cambie esa lista, pero él siempre me responde lo mismo. Nunca le entiendo. Pero, sí, no sé, a veces, opto, admito, que, acabo, entendiéndole... 

Frena de golpe. Y la realidad me cruza la cara. Él no sabe mentir. Pero también sabe que las verdades no me duelen sino que me van matando lentamente. Y por eso me agarra. "Me agarra". Me da tanto miedo admitir que es el único que ha sabido agarrarme y decirme cállate que ahora, no sé como decirle que no encuentro a nadie que se le parezca. No encuentro a nadie que se te parezca. Aunque no te lo creas ni quieras creerlo. No encuentro a nadie que se te parezca. No sé si por tu capacidad de formular tantas tonterías juntas o por esa felicidad que te rebosa los bolsillos y la piel. Entiéndelo. Eres grande. Vales más que un sueño y que un avión privado. Tal vez tienes el precio de todo este tiempo, más cuatro risas que nunca se han podido controlar y siete piques irracionales que te descontaría. Un abrazo en tiempos de crisis y una mirada en el momento perfecto que decía "Tranquila, estamos aquí contigo". No sé. Dale a desempañar los cristales y te escribo algo para que siempre lo recuerdes vayas dónde vayas. Sin importar dónde repostas y cuántos son los kilómetros que suman la ida y la vuelta. Te quiero. Te quiero mucho. Más de lo que crees y de lo que piensas. Y acelera si quieres. Y crece un poco más. Y enséñanos más de lo que nosotros podemos enseñarte a ti. Pero nunca, y cuando digo nunca es nunca, dejes de ser quien eres. Porque eres aquello que ninguna frase logra describir del todo, aquello que yo siempre terminaría en puntos suspensivos...

Esta entrada tiene y siempre tendrá un nombre; Carlitos Ruiz Yáñez.

domingo, 29 de mayo de 2011

Yo también quería escribir la canción más bonita del mundo.

Luces tenues color naranja alumbran la noche entre cuatro paredes. En el techo no hay estrellas, ni siquiera pájaros, ni un sólo avión... Pero los imagino. Entre una vida caótica y desordenada como la mía siempre he encontrado tiempo lleno de polvo. ¿Soñamos? 

Voy a intentar meterlo todo en un reglón, como dice la canción. Aviones con un solo destino; Tus brazos. Pájaros que relevan a los grillos de verano en aquel inhóspito lugar con olor a sal. De dónde saldrán. Da igual. Soñemos. Luces tenues, colores azules, nubes que se arrugan como tú. Formas que no distingo. Acaba de llegar una sonrisa más al almacén de Granada. Te busco en el resquicio de un vaso al que casi no le queda agua. Y siempre te encuentro en mis llenos y mis vacíos. Quiero saber cómo lo haces. He empezado a envidiarte. No sé como eres capaz de formular tantos conjuros a la vez. ¿Oyes esa canción? La ponen a propósito. Si no escuchas la letra es simplemente porque no tiene. Pero, si quieres, le ponemos lo que acabo de escribir.

viernes, 27 de mayo de 2011

El estúpido texto al que nunca se le va a dar la importancia que merece.

Y sin querer, he vuelto a mirar hacia un lado y te he encontrado. Siempre entre una foto. Entre un recuerdo idiota. Entre una frase con sarcasmo. Miré hacia otro lado y pisé mis pasos. Y me callé. Siempre estabas. Sin faltar en ningún asunto. Sin estar inmiscuida entre otras cosas. Eras más grande. Un torbellino. Un tsunami entre el mar. Un huracán entre mis tonterías. Alguien que se reía de mis cosas y que nunca tenía prisa para despedirse de mi. Estrellas. Eso. Eras como una estrella. Alguien que nunca dejaba de iluminar lo que yo me empeñaba en crear. Viviendo. Vivir hemos vivido. Otra cosa es que nos haya servido para aprender. Piensa. Creo que el corazón se te ha dormido.

Siempreserácomosiempre

lunes, 23 de mayo de 2011

Nosotros también hemos ganado: Motril y Andalucía empiezan a creer, cada vez más, en los andaluces.

Yo no sé si pensamos con los pies y bailamos con las manos. No sé si el mundo se ha vuelto loco. Si no vamos a cambiar nunca. O si es, simplemente, que es verdad que la marca viste y que la gente tiene un precio. Ya el aire se ha llevado las decepciones del 22 de Mayo. Y conmigo, se han quedado, todas las cosas buenas que hemos sembrado y, a la vista está que recogido, después de cuatro largos años. Hemos creado ilusión y hemos entrado dentro del corazón de las personas más humildes. Y eso nos basta. Hemos luchado y hemos ganado la confianza de muchas personas que siempre nos habían puesto en entredicho. Y eso nos alegra. Hemos crecido como partido y nos hemos hecho aún más grandes. Y eso nos da más fuerzas para seguir adelante.

Hace tiempo fijamos un límite que creíamos inalcanzable. Nuestra sorpresa, ahora que miramos hacia delante, es que ya lo hemos superado. Y seguimos avanzando. Como el lema que sigue acompañándonos. Pa'lante. Porque el camino se hace andando, trabajando y soñando. Como aquellos primeros sueños que se crearon hace muchos años y que hoy día también son una realidad que se consolida con más fuerza.

Por aquellos que se reían. Por las encuestas que nos ponían bajo cero. Y por los que siguen pensando que no pintamos nada. Andalucía necesita más gente que se preocupe y que deje de decirnos que podemos confiar, que ganamos a su lado. Que no, que Andalucía necesita a gente que nos diga PA'LANTE y PODEMOS. Que aquí la gente no se entera. Que Andalucía necesita resurgir, despertar, resucitar. Que Andalucía necesita empujones, no palmaditas en la espalda y gaviotas en el cielo. Andalucía necesita andaluces. Andaluces que aún creen que pueden cambiar todo esto. Andaluces que, para ignorancia de los grandes, sí que tienen un ideal. El ideal de Blas Infante.

"Andalucía necesita una dirección espiritual, una orientación política, un remedio económico, un plan de cultura y una fuerza que apostole y salve"

domingo, 15 de mayo de 2011

n+1, si te caes, te levantas.

Cuando éramos niños todo era más fácil. No había una preocupación mayor que dormir con la puerta abierta por si acaso. Y había, sin embargo, todo tipo de alegrías; Un helado, un paseo en bici, una vuelta hasta las once y media. O una tarde junto a tus amigos de toda la vida. Cuando éramos niños, creo que no éramos conscientes de lo mucho que luego se nos olvidaría serlo. Pero tampoco de las cosas que aprenderíamos cuando ya no lo fuéramos. Y por eso, a día de hoy, algunos nos arrepentimos de no haber vivido, aún más, aquellas historias que nos vendía Peter Pan.

Hoy, cansada del ruido, de la ventana con vistas a Gran Vía, de la gente, de las historias, de las mentiras y de los corazones de cartón, voy a escribirte. Y no estoy segura del viento que entra por tu ventana. Necesitamos un aire que consiga abrocharte de un soplido una sonrisa a las orejas. Yo no sé si existen. Pero hoy día confío en las ráfagas de viento. En los momentos que son capaces, de repente, cuando menos te lo esperas, de hacerte olvidar el pasado pesado que hasta hace unos segundos se abalanzaba sobre ti. No sé. La magia, supongo. No lo hemos perdido todo. Aún guardamos experiencias de aquella época. "Si te caes, te levantas". Aquella era y es la frase. Tiempos en los que no importaba cuántos éramos, sino quienes éramos. Qué más da. Levántate por la mañana y piensa que aún quedan muchos motivos para contaminarte de esas sonrisas que parece que merecen la pena. Y también piensa que merece la pena llorar, llorar mucho. Partirse los dientes contra el suelo. Y luego disfrutar de un vuelo que te eleva aún más arriba de lo que volaste la última vez. Confía y a la vez, desengáñate con la gente que un día te hizo pensar que era algo que luego no es. Cree. Creéte siempre a ti misma y nunca te infravalores. Vales más que un comentario. Y sobre todo, que la gente que actúa en los teatros. Vivir es mucho más que respirar, dicen. No te vuelvas a equivocar. No dependas de un miedo. Ni de un error. Disfruta como lo hubieras hecho antes de crecer. Sin tapujos, sin contenerte. Porque...

¿Prefieres arrepentirte de lo que hiciste o de lo que nunca te atreviste a hacer porque fuiste cobarde? Está bien ser normal, cuando has decidido ser normal pero... ¿Está bien ser normal cuando soñaste con ser especial?

Y que nunca, por mucho que pase el tiempo, desaparezca esa magia que aún llevamos dentro. Que nunca se borren aquellas frases que nos recuerdan lo que nos duele caernos, pero la de veces que hemos sido capaces de levantarnos.

/Espe :)

jueves, 12 de mayo de 2011

Quien ríe siempre, siempre vive mejor.

Reír. Le pese a quien le pese. Corazón escacharrado solo hay uno. Y no es el mío. ¿Tú sabes de quién hablo?

A buen entendedor...



domingo, 1 de mayo de 2011

La historia del 1+1 son 7.

Después de aquella lluvia, nunca hubo otra igual. La poesía ya no se guarda en pequeños fragmentos dentro de un suspiro quebrado y las canciones, ya no se escuchan de la misma forma. Así que pueden pasar cien años si Federico García Lorca lo desea. Sintoniza la misma frecuencia y busca aquella melodía que un día te hizo sentir libre. Hay sonrisas guardadas por el aire que vuelan a millas de mi. Brisa que viene del Norte y acaricia las estrellas del Sur. Me encantaría que apareciera la estrella fugaz que aparece en todas las películas de amor y me concediera, en lugar de un deseo, un sueño. Sueños que bailan con aquella mirada paralela que se ha entrecruzado con la mía. Existen. Existieron los momentos y lugares adecuados. El caso es que creemos que, encontrándolos de nuevo, volveremos a ser lo que éramos antes. Equivocarse. Equivocarse es tan fácil que los bolígrafos rojos se han quedado sin tinta. Papeles llenos de corazones sin roturas. Y ahora, tan solo un papel arrugado en el fondo del pasillo que, mojado, ha borrado aquel que alguien inocente dibujó conforme besaba. Hay un cúmulo de cartas de despedida en el país donde es eterna la juventud. Y allí se han quedado los abrazos más fuertes. Y aquí, conmigo, están los más fríos. Los que cantan canciones de Sabina de madrugada. 19 días y 500 noches. No sé si bebo tequila para olvidar. Comprender he comprendido que alguien se ha llevado todo lo demás. Pero de todos modos, ya no me importa. Ni el aire, ni las sonrisas que vuelan, ni la poesía, ni aquella canción. Para qué quiero que se cumpla un sueño si ya no voy a ser capaz de soñar. ¿Para que se quiere nada si no se oye tu carcajada brindando con la mía? Nunca ha sido tan fácil entenderlo. Nunca ha sido tan fácil evaluar esta radiografía. Nunca nada me ha parecido tan fácil.