miércoles, 15 de diciembre de 2010

Dibujando en rojo.

Tengo una idea. Regresemos a ese mismo lugar y pintémoslo igual que lo hicimos antes. Hagamos los mismos tachones. Las mismas pausas. Los mismos errores. Equivoquémonos de nuevo. Es fácil: Tracemos las mismas líneas. Achatemos el mismo corazón. Regalémonos ese trocito de vida por Navidad.


Imaginemos el amor y que todo lo demás, con sus más y sus menos, se calque en ese papel imborrable de nuestras vidas...

sábado, 11 de diciembre de 2010

Comiendo galletas especiales

Tarareando esa canción que parece que siempre sale en la radio cuando yo quiero escucharla cojo y me meto una galleta en la boca. Taconeo sin saber taconear al ritmo de esos rápidos mordiscos de por la mañana. La puerta del ascensor se abre y me viene una ráfaga de felicidad que acaricia esos pelos que han quedado fuera de la coleta.

Busco algo en el bolsillo y no lo encuentro pero, sin embargo, hoy hay de todo fuera. El tráfico, la gente y las ganas. No hace falta más nada que tener ganas de hacer algo para hacerlo. Es tan sencillo... Sonrío. No sé si es por esas deliciosas galletas pero... creo que hoy me voy a comer el mundo.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Las bodas sin corbata. La vida sin tacones.

Me gustaría saber porqué la gente, cuando ha de decir algo importante, demostrar algo importante, vivir algo importante, se viste de gala. Porqué tantas chaquetas, corbatas, tacones, vestidos de palabra de honor, peinados con mucha laca y horquillas y color en los labios. En todos esos actos importantes, en las conferencias, en las bodas, en las declaraciones, siempre se prepara todo antes con detalle y mimo. Y también me gustaría saber... porqué todas son iguales, porqué todas empiezan de la misma manera y porqué todas acaban de la misma forma. Porqué todos los novios que se casan bailan el mismo vals y porqué siempre que se puede, después de toda esa ceremonia, viajan a un sitio programado.

Aún me queda mucho que vivir y muchas cosas por delante, pero a día de hoy, prefiero pensar que yo no acabaré haciendo lo mismo. Que no me casaré en una Iglesia y que el día de mi boda no calzaré tacones y me pintaré los labios. Usaré el mismo perfume de siempre porque la gente, cuando lo huele, sabe que soy yo y sabe que ese es mío. Y nunca, nunca, nunca, programaré las cosas. Ni los viajes, ni las entradas y salidas. Porque es mejor que los planes aparezcan justo el día de antes. Porque... ¿quién sabe? A lo mejor ese día prefiero irme a otro sitio o prefiero viajar en barco, o en coche o.... se me ha quitado el miedo y prefiero volar en avión.

Y ojalá el futuro fuera para siempre, el trabajo durara toda la vida y hacer lo que me gusta también. Ojalá lleve a mi padre algún día a una obra y esta vez sea yo la que le enseñe a él el porqué de las cosas. Cómo se hacen y cómo se obtienen. Ojalá ésta dulce sensación me durara toda la vida, el sentir que todo lo bueno acaba de llegar y que lo malo se ha bloqueado con un filtro y no puede acceder a ti. Eso es sentirse protegida, vencer los miedos, esquivar los fracasos, no caer en la misma piedra gracias a una mano, a dos, a tres o a unas cuantas que sirven y que sabes que son de verdad.

Ojalá mis amigos, los que han estado hasta ahora, los que han llegado nuevos y a los que les importo pese a todas las cosas y distancias y vidas de por medio estuvieran en todos esos actos importantes del futuro. Y ojalá el amor durara toda la vida. ¿Y por qué no todas? Pues porque después de ésta no se sabe lo que pasa pero si tan sólo ésta fuera la única, la viviría siempre así. A mi manera. Con mis cosas, mis amigos, mis tonterías y mi yo más tú.

Y que el mundo tiemble y se ponga por delante.