martes, 26 de abril de 2011

Una historia cargada de lo que tú quieras :)

Indiscutiblemente, el mundo va más allá de unas explanadas. Pero... a veces, tú decides si ir o no. Y en este caso, yo decidí que sí.

Cansada de escribir siempre las mismas historias cargadas de insomnio, hoy decido escribir, con un poco más de ganas, historias cargadas de aire fresco, recién llegado a mi ventana, con olor a Gran Vía. Hoy, porque nadie sabe si llegará mañana, quiero deciros, a los que me leéis porque os gusta leerme, que me encanta bajar a desayunar con los ojos pegados, tomar dos tostadas de paté y subir corriendo para volver a quedarme dormida. Quiero deciros, a los que siempre habéis creído en algo, que yo creo, que siempre ha valido la pena creer. Y también no creer. Y con esto, confesaré que, creo que no se cree todo lo que se debiera creer. Como si tuviesemos miedo de aferrarnos a algo. Como si nos faltaran respuestas y nos sobraran preguntas. No sé. Hace tiempo comprendí que nos equivocamos por respondernos. Por hablarnos. Por gritarnos. Por hacerlo todo, siempre y en contra, de nosotros mismos. Pero, es verdad que, sin venir a cuento, solo si, por casualidad, os interesa saberlo, ando un poco más rápido. Y me estoy acostumbrando a esos dientes de león que hace un año hacían que me picara tanto la nariz. Si,si, si... Si os alegra saberlo, he aprendido a mirar a tres metros sobre el cielo. Una pasada. Sobre todo cuando descubres cosas que no sabías que existían. ¿Nunca os ha pasado? Probad. Probad a mirar hacia arriba. Una ya no mira igual, no se fija igual, no es igual, sencillamente, cuando lo prueba. Y si encima las luces se han apagado y el ruido también, hay una capa de estrellas que te envuelve tanto, que luego no sabes si es un sueño o es que lo has vivido de verdad. Y algún día, que no será muy lejano, rambla abajo, una noche de estas oscuras y silenciosas, a bordo de una moto escacharrada, con el puño atrancado, gritaré mirando al cielo. Porque también es una sensación única. Y a lo mejor, me escucháis. Por primera o por infima vez. Pero sé que, si lo hacéis, veréis que la voz me ha cambiado, que los ojos también, que la vida ha girado en mi cara y que mi corazón, ya no tambalea con las ráfagas de viento; Ya no es el que era. Y, por creer, creo, siento y padezco que, es mucho mejor.

Más allá de las explanadas, recordando, he recordado que sí, que es verdad que el sol siempre sale por algún lado. Pero no me he dedicado a buscarlo. Nunca me dedicaré a buscarlo... El sol sale, da igual por dónde y por cuánto tiempo, lo importante es que sale y que tienes un día más para ser feliz con lo que tienes y no con lo que buscas. Muchas veces lo que buscas se ha perdido o, simplemente, no estuvo nunca contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario